Todas sabemos que cuando estamos embarazadas nos volvemos más sensibles, nos da ganas de comer cosas que jamás hubiéramos pensado e incluso dejamos de comer lo que más nos ha gustado siempre. Ayer salimos con mi esposo y fuimos a un café, nos encontramos con mi papa y nos quedamos conversando por un largo rato. Luego yo salí a caminar y comprar algunas cosas con mi papa y mi esposo se quedo trabajando. Luego de caminar como tres horas llegue de nuevo a la cafetería, súper cansada y con mucha hambre pues no había comido. Antes de llegar le pregunte a mi esposo si en la cafetería habían jugos de naranja porque tenía muchas ganas de uno y bueno el dijo que sí. Cuando llegue y me disponía a comer mi delicioso sanduche le pedí que me comprara el jugo de naranja. Cuando regreso tenía en cada mano un jugo, pero oh sorpresa eran jugos de manzana. Yo la verdad me enoje porque le había pedido jugo de naranja y con una carita triste me dijo que no habían que se habían terminado. Pero yo ahí voy de necia y le dije que no quería esos jugos que quería un jugo de naranja además dije “este sanduche jamás sabrá igual con un jugo de manzana en lugar de un jugo de naranja”. Mi esposo me miro enojado, se levanto y se fue. Ni siquiera se había puesto su chaqueta, solo se fue.
Diez minutos más tarde regreso con dos jugos de naranja y me dijo “ahí están los jugos”, me sentí tan mal porque el pobre tuvo que salir a la calle y buscar una tienda en donde vendieran jugos de naranja y lo que es peor de la marca que me gusta. Me comí mi sanduche pero él estaba enojado y yo también, una pelea tan tonta y solo por un jugo. Sé que fue mi culpa pero él no entendía que no era por molestarlo sino porque en realidad tenía muchas ganas de ese jugo. Pasamos así como media hora, sin hablar, sin decir nada. Pero bueno como todo pasa esta pelea paso, pero aun pienso porque mi esposo no entiendo a veces lo que le pido.